Con un gran compromiso social
LA CULTURA COMO RECUPERACIÓN DEL TEJIDO SOCIAL
Él las denomina “alianzas estratégicas e interculturales” y afirma que el fin no es otro que “la recuperación del tejido social”. Lo concreto es que Iván Camaño decidió ponerse al hombro un arduo pero fructífero trabajo que le ha reportado una amplia red aliados de toda índole tanto en el país como en el exterior. Sin dejar su guitarra, el cantautor santiagueño trasciende las fronteras del arte para afianzarse cada vez más como un activo representante social.
Por: EDELMIRO BARROSO
Iván Camaño siempre tuvo una profunda vocación por lo social. De hecho, desde sus inicios como profesional de la música, donde fuera que le tocara actuar, siempre buscaba un asilo de ancianos, un hogar de niños o un hospital para allí regalar su arte, dar una charla o una clínica de música. Y así, con esa tarea voluntaria e inicial, comenzó a transitar el camino que hoy lo ha llevado a convertirse en quién es, más allá de la música. Basado en lo que él mismo suele denominar “pluriculturalidad”, convencido de que el daño que ha sufrido la sociedad argentina en este último tiempo ha sido devastador, el músico de Quimilí comprendió muy pronto –tal vez a diferencia de algunos de sus colegas- que con la mera expresión del arte solo no alcanza para ayudar a los sectores más castigados. Así, su vocación social lo llevó a involucrarse cada vez más con aquellos en quienes advertía una vocación similar y capacidad de realización. Entonces, comenzó a tejer una cada vez más amplia red de aliados en diferentes puntos del país, primero, y luego fuera de nuestras fronteras, en este último caso mediante embajadores de muy diversos países.
Entre los integrantes de esa red se puede citar a Oscar Herrera Ahuad, gobernador electo de Misiones, amigo personal y coterráneo de Iván (Herrera Ahuad nació en Quimilí, el mismo pueblo del músico), o al padre Pepe Di Paola, hombre de plena confianza del Papa Francisco. La extensa nómina incluye a Carlos Degrandis, intendente de Puerto General San Martín, Santa Fe, y titular de la Liga de Intendentes Peronistas santafesinos; al diputado provincial pampeano Roberto Robledo, a su vez secretario general de la UOCRA de La Pampa y a Alejandro Bennazar, presidente de la Cámara Inmobiliaria Argentina.
De esos múltiples “aliados estratégicos” de Iván también merecen una mención Marcela Capdevila, presidenta del Rotary Club de Monserrat; Andrés Rodríguez, secretario general de UPCN; el ex campeón mundial de boxeo Juan Martín “Látigo” Coggi, quien hace mucho tiempo que a través del deporte rescata a chicos de la calle; Andrea Villegas, música y gestora cultural, cercana a Cristina Fernández y una interesante cantidad de intendentes de diversas localidades del país. Pero esa red tejida por Camaño también incluye a embajadores de varios países, a saber: Bolivia, Costa Rica, China, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Paraguay, República Dominicana, Rusia y Venezuela. Con todos ellos el músico santiagueño ha sabido entenderse, precisamente, a partir de la pluriculturalidad que él pregona y lleva adelante.
Es posible que más de uno se pregunte qué es lo que realmente mueve a Iván Camaño. La respuesta es tan sencilla que hasta es difícil de dar: el tejido social argentino ha sido devastado en estos últimos años así que, para recomponerlo, hay que trabajar desde todos los sectores posibles. Y la cultura no sólo es uno de ellos, sino que es uno de los mejores. De allí que el folklorista haya decidido poner todo su empeño en ayudar a la recomposición del entramado social, partiendo desde su arte para llegar a todos los sectores posibles. Por eso es que a lo primero recurrió fue al armado de sus clubes de fans (casi 200 mil integrantes de todo el país), a los que supo direccionar en la ayuda al prójimo, y luego, basándose en su amplio conocimiento del territorio nacional, pudo acercarse a dirigentes políticos y sociales de toda índole. Siempre con la cultura de las artes como bandera y siempre con el indeclinable deseo de trabajar para mejorar concretamente la situación de los más necesitados.
Argentino por sobre todas las cosas, Iván Camaño siempre tiene a flor de labios el término “compañero”. Pero no lo usa con el sentido de ubicación política que le dan tantos argentinos, sino que se basa en el origen latino del término: “cumpanis”. Es que para los antiguos romanos, “cumpanis” (“cum”: con; “panis”: pan) eran aquellos que compartían el pan, entendida la palabra tanto en el sentido concreto como en el ideológico. Eran “cumpanis” los esclavos, los soldados, los artesanos y los labriegos. Tantos siglos después, en la Argentina de hoy, es imprescindible que cientos de miles, tal vez millones de compatriotas, vuelvan a poder sentirse “cumpanis” en el estricto sentido del término. Para que se entienda: son demasiados los argentinos que hoy no pueden compartir el pan porque no lo tienen. Pues allí apunta Iván Camaño: a que los más necesitados recuperen la dignidad de la mesa familiar para entonces sí volver a pensar –o empezar a pensar- en el arte, la música o la literatura.
Si se quiere ponerlo en términos político-ideológicos, vale. Pero para poder volver a hablar de “la felicidad del Pueblo” y “la grandeza de la Patria” hay que empezar por una sensible mejora social, lo cual implica devolverles la dignidad a los “cumpanis”, permitirles el acceso al trabajo, a la educación, la salud y la vivienda. Y, antes que todo eso, que puedan volver a compartir el pan. Iván Camaño lo sabe, lo asume y se hace cargo. Por eso, partiendo de la cultura, elabora sus “alianzas estratégicas”. Porque es imprescindible la recuperación del tejido social.
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