Inseguridad y violencia en alza: cómo la IA redefine la seguridad en Argentina
A pesar de los vaivenes políticos y económicos que atraviesa la Argentina, hay una preocupación que permanece constante en la vida cotidiana de los ciudadanos: la inseguridad. Según una encuesta de CIO Investigación para el Observatorio de Seguridad de Verisure, más de la mitad de los argentinos (55%) siente que su localidad está más insegura que hace un año. Si bien esta cifra representa una leve mejora respecto al 65% registrado el año pasado, el miedo sigue siendo protagonista, por encima de la inflación o la corrupción. En este sentido, los casos de robos bajaron un 50% si se compara el primer cuatrimestre de 2025 con el mismo período de 2024 y Buenos Aires continúa siendo la provincia con mayor cantidad de casos para ambos años.
Caminar por la calle, subirse a un colectivo o simplemente volver a casa se convirtieron en acciones que requieren estrategias de protección. Lo que antes se resolvía con sentido común, ahora implica decisiones conscientes: salir sin celular a la vista, dejar luces encendidas o coordinar horarios con otros vecinos para no llegar solo. Esta percepción de riesgo atraviesa clases sociales, edades y regiones e impulsó nuevas formas de organización comunitaria, como los grupos de WhatsApp barriales para alertarse ante cualquier movimiento sospechoso, pero, la tecnología se vuelve aliada.
En un entorno urbano cada vez más digitalizado, la Inteligencia Artificial (IA) emerge como una herramienta para transformar el paradigma de la seguridad, permitiendo detectar movimientos sospechosos, reconocer patrones delictivos y enviar alertas automáticas a las autoridades y a familiares de las personas. Esta innovación permite diferenciar entre amenazas reales y falsas alarmas, mejorar los tiempos de respuesta y la efectividad de las intervenciones.
Tanto en negocios como en residencias, durante el año pasado, las tres de la mañana se caracterizó por ser el horario con mayor cantidad de casos de inseguridad. Sin embargo, en 2025, el pico de inseguridad se adelantó apenas una hora, lo que refleja cómo las dinámicas de los delitos van cambiando y cómo la tecnología debe adaptarse a estos nuevos patrones. Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el 48% de las PyMEs argentinas del sector de la seguridad se sumergen en herramientas basadas en IA e Internet de las Cosas (IoT). Esto demuestra no solo una transformación del mercado, sino también una respuesta concreta a una necesidad social urgente.
Pese al crecimiento de las soluciones tecnológicas con IA y, de acuerdo con los resultados del informe, la estrategia principal de protección del hogar sigue siendo de corte comunitario. La confianza en los vecinos y el trabajo conjunto a través de redes barriales continúa siendo la primera barrera frente al delito. No obstante, esta lógica cambia cuando se trata del cuidado de los comercios: allí, el uso de alarmas desplazó al tradicional cuidado entre comerciantes, evidenciando una profesionalización creciente en la protección de los espacios de trabajo.
Este viraje hacia sistemas más sofisticados también responde a un perfil sociodemográfico específico. Según resultados de la misma encuesta, los varones, los jóvenes (de 30 a 45 años) y los encuestados del nivel socioeconómico ABC1 son quienes con mayor frecuencia declaran usar alarmas como medida de seguridad. La tendencia se profundiza en contextos específicos: un 39% de los encuestados planea contratar un servicio de alarma de cara a sus próximas vacaciones, un dato que refleja cómo la tecnología comienza a incorporarse incluso como parte del “equipaje emocional” de descanso.
En cuanto a la movilidad personal, si bien se registró una baja significativa en el porcentaje de mujeres que declara no salir nunca solas (pasando del 11% en 2024 al 4% en 2025), la gran mayoría (81%) sigue teniendo en cuenta el horario para regresar a casa. Esta estadística reafirma que, más allá de ciertos avances en autonomía o sensación de seguridad, el miedo sigue condicionando hábitos cotidianos, sobre todo entre las mujeres.
La preocupación por la seguridad no se agota en lo individual. La crianza también se ve atravesada por esta realidad: si bien la cantidad de padres que dicen educar a sus hijos en temas de seguridad se mantiene estable, se amplió la gama de aspectos que abordan. Ya no se trata solo de decir “no hables con extraños” o “no abras la puerta a desconocidos”, sino que se suman recomendaciones vinculadas, por ejemplo, al uso de alarmas monitoreadas las 24 horas.
Frente a la desconfianza en las instituciones y a la respuesta tardía de las políticas públicas, los encuestados sugieren que la tecnología ofrece respuestas inmediatas, precisas y adaptadas al contexto actual.