viernes, septiembre 6, 2024
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Empezar a entrenar en la Tercera Edad, ¿vale la pena?

En los últimos 3 años, creció en un 7,5% la cantidad de personas mayores de 50 años que realiza ejercicio físico de manera regular en Argentina, según datos del Observatorio Social del Deporte. Más de la mitad de la población en esa franja etaria participa de actividades deportivas o entrenamiento físico y es la población que más redujo sus niveles de inactividad.

Esto demuestra una mayor consciencia acerca de los riesgos para la salud que implica llevar un estilo de vida sedentario, especialmente para los adultos mayores que sufren el efecto de la pérdida de masa muscular y, por consiguiente, la capacidad para realizar tareas en su vida diaria. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda realizar al menos 150 minutos semanales de actividad física moderada, o 75 minutos de entrenamiento físico.

Algunos podrían pensar que “es tarde” para empezar, sin embargo, la realidad es que los adultos mayores gozan de un margen de mejoría del estado físico mucho mayor al de un joven adulto.“Hay estudios que arrojaron mejoras de hasta un 200% en personas mayores. Responden mucho mejor al entrenamiento, y esto mejora la funcionalidad, es decir, la capacidad del organismo de realizar funciones del día a día”, explica el Dr. Marzo Grigoletto, especialista en entrenamiento funcional motor-cognitivo para adultos mayores, que estará presente en Mercado Fitness Buenos Aires 2024.

En la tercera edad, mantener la autonomía es uno de los objetivos más importantes, por sobre lo estético, sobre todo, en un contexto en el que la expectativa de vida aumenta y las personas se retiran mucho más tarde. Acompañar este salto a la longevidad implica mantenerse competitivo en el mercado laboral y poder sostener el ritmo de vida de la juventud por muchos años más. En este sentido, el entrenamiento funcional, enfocado en el movimiento natural del cuerpo, ofrece una serie de ventajas frente a otros tipos de ejercicio, ya que mejora la respuesta del organismo en fuerza, resistencia, agilidad, flexibilidad y potencia, en una misma sesión, en vez de enfocarse en una habilidad determinada.

“Mejorás aquello que entrenás”. El entrenamiento funcional está enfocado en mejorar la capacidad de rendimiento en actividades de la vida diaria. Cuando a esto se le suma el entrenamiento de las funciones cognitivas, los resultados en calidad de vida son sorprendentes. El especialista explica que se ven grandes resultados al poner en funcionamiento en simultáneo el cortex anterior del cerebro (corteza cingulada anterior), responsable de la toma de decisiones, control emocional y ejecución en general de las actividades diarias, y el funcionamiento motor del cuerpo.

“En mi artículo más reciente presentamos lo que llamamos entrenamiento funcional motor-cognitivo, que consiste en realizar ejercicios funcionales y, en simultáneo, estimular las funciones cognitivas o ejecutivas. Por ejemplo, si al realizar un ejercicio de coordinación en una escalera se le pide que le reste a su edad la edad de uno de sus nietos, o que recuerde qué desayunó, se están entrenando en simultáneo ambas funciones”, comenta Grigoletto. Este tipo de ejercitación incide muy favorablemente en la independencia del adulto mayor, en su capacidad de concentración, atención y de respuesta mental y física a las tareas cotidianas.

Incorporar entre los hábitos diarios, además de actividad física, que es cualquier acción que requiera un mínimo esfuerzo, el ejercicio físico pensado para alcanzar objetivos de funcionalidad de acuerdo a las necesidades puede cambiar significativamente el estado de salud. Uno de los desafíos es lograr la constancia para alcanzar los resultados deseados, para lo cual el entrenamiento funcional es clave, ya que “los ejercicios varían mucho, se hacen en grupo y es más dinámico, por lo que la adherencia en este tipo de entrenamientos llega a ser el doble que en entrenamientos con máquinas”, añade Grigoletto.

Sí, vale la pena empezar a entrenar en la tercera edad, pero, además, es determinante para mejorar la calidad de vida, alcanzar objetivos saludables y lograr un mayor bienestar. El primer paso es acercarse a la guía de un profesional y empezar un entrenamiento adecuado, según las necesidades particulares.