Marquinez junto a las pymes
Jamás en la historia argentina se vivió una situación tan excepcional y extrema. Este virus mata gente pero también mata empresas. Así fabrica una pobreza imposible de pronosticar. Hoy la incertidumbre se mide en patrones astronómicos. Los empresarios y trabajadores Pymes no sabemos y tampoco podemos imaginar lo que ocurrirá en el cortísimo plazo. Estamos a la deriva sobre un tormentoso océano.
Negras nubes son murallas que impiden ver el horizonte. El instinto de supervivencia potencia nuestra creatividad e imaginación al 1000%. Todo esto es tan nuevo y tan destructivo que para salvarnos construimos el barco mientras vamos navegando a donde el viento, las correntes y las mareas nos lleven.
Algunas Pymes ya zozobraron en el intento. Otras hacen agua. No pocas fueron y son torpedeadas por el sistema financiero. Muchas esperan con esperanza una misión de rescate para seguir navegando. Pero esta depresión económica que nos estalló en la cara socaba la moral de empresarios y trabajadores, aun siendo muy experimentados en pilotear las recurrentes tormentas económicas.
Desde la Confederación General Económica de la República Argentina hemos alertado que sin la luz de un faro y al balizamiento de la ruta, se empieza a imponer la desesperación y la desconfianza.
Ya no se piensa en la post pandemia. Más bien se piensa en una pandemia sin final a la vista. Una pandemia que despedaza a la economía, deshilacha el tejido productivo del país y dispara la desocupación.
La desaparición de la clase media y que la pobreza se sumerja en la indigencia podrá ocurrir tras alguna ola.
La brutal experiencia argentina que se formó tras dos siglos es terminante: Sin rumbo planificado, la profecía es autocumplida.
Pero el peor temor es nuevo: que la depresión económica neutralice a la vital cuarentena salvadora de vidas.
No hay dudas, hay que cambiar todo porque todo ha cambiado. Y este cambio no es individual. Es un cambio argentino, con creatividad argentina, con consenso argentino. En unidad hay que trazar la hoja de ruta.
La verdad puede molestar pero no ofende: los empresarios y trabajadores pymes que construyen sus barcos mientras navegan les falta oír las campanas de las boyas que marcan la ruta de navegación más segura. Les falta ver la luz del faro que señala el peligro: Hay que establecer el rumbo hacia un destino que evite la catástrofe.
Pero esto ocurrirá si pensamos que las diferencias son superadoras de las ideas individuales, De las discusiones las soluciones comulgan con una practicidad de cara a la realidad.
Las mejores expectativas positivas se nutren de las mentes creativas. Con lo contrario las empresas cierran y empresarios y trabajadores pierden sus ingresos y quedan en la calle.
Por eso, es vital que el estado también se ponga a construir un barco insignia mientras navega. Pero no debe hacerlo solo. La unión nacional es una fuerza poderosa que siempre nos salvó del desastre.. Y la fuerza de la solidaridad entre sectores despejará el cielo y calmará las huracanadas olas.
Gobierno, oposición, empresarios, trabajadores, profesionales, expertos, dirigentes sociales reunidos en una misma mesa de trabajo garantizará el cumplimento urgente de las medidas que se decidan, que estarán blindadas por el consenso de todas las partes. Así haremos historia.
Tal vez digan que es una utopía construir un barco mientras se navega en mares tormentosos, pero dejará de serlo al renacer la esperanza de que el rumbo trazado nos llevará sanos y salvos a nuestro destino de grandeza.
Roberto Marquinez Presidente de la Confederación General Económica de la República Argentina (CGE)
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