domingo, noviembre 24, 2024
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La Juventuda Peronista leal y solidaria ante la pandemia

Por Nicolás Rubén Caputto Presidente del Consejo de Juventud Peronista

Para explicar el punto de vista del Consejo de Juventud Peronista sobre la solidaridad, la acción social y la justicia social (que no es más que el punto de vista que la doctrina nacional justicialista, la cual tratamos de desempeñar al pie de la letra) primero quisiera definir nuestro concepto de justicia social.
El concepto de justicia social, es relativo de acuerdo al intérprete o a la ideología con la cual se interprete. Decía el compañero Diputado Nacional Marcelo Koenig – en nuestro curso de adoctrinamiento- que la ideología representa “unos anteojos para ver el mundo”, y son esos anteojos los que nos van a decir que es lo que creemos justo para una sociedad.
Las personas con pensamientos liberales ven a la justicia social como el aseguramiento de las libertades individuales, las que, según ellos, van a permitir una libre competencia y desempeño generando así una sociedad justa socialmente. Las personas con pensamientos a los que se le llaman “de izquierda” creen que el único modo de justicia social es la “igualdad social”. Según ellos, solo la igualdad de las clases generará una sociedad justa, y el Estado, mediante una dictadura del proletariado y la eliminación de la propiedad privada deberá asegurarlo, llegando indefectiblemente a la realización de la doctrina económica comunista de Marx y Engels, y a la utopía social de Tomas Moro.
A nosotros, que practicamos y sentimos la filosofía de vida peronista, que tenemos tallados en esos anteojos para ver el mundo las 20 verdades justicialistas, ambas definiciones nos parecen incompletas, porque creemos en una tercera posición. Para nosotros la justicia social es que todos los miembros de la sociedad tengan acceso – a partir de su trabajo- a una vida digna (concepto que se adapta al tiempo y al espacio pero que no puede desvirtuarse jamás), y que sea el Estado el que asegure ese piso social, porque en ese derecho básico, todos los hombres y mujeres somos iguales. Pero desde esa base hacia arriba, es cuestión de mérito, oportunidad e incluso de decisión personal de cada uno, hasta dónde puede escalar económica y socialmente.
Nos diferenciamos claramente de las otras dos posturas: de la primera porque no creemos que garantizar la libre competencia social sea un sinónimo de justicia, aplicamos en cierta forma a la teoría del “Darwinismo social” de Herbert Spencer, que explica que en una comunidad pasa lo mismo que en un ecosistema, por eso emulando la teoría de Darwin de la “Selección natural” donde las especies se relacionan libremente, siempre triunfa el más fuerte, el más rápido, o el más inteligente, y aplicado ésto a una sociedad humana, siempre va a triunfar el que tengas más poder y fuerza, en una sociedad capitalista es el que tiene mayor recurso económico. Es por eso que para que esa relación sea justa, la fuerza del Estado debe velar por el mas indefenso y así emparejar las diferencias que se presentan per sé (tomemos como ejemplo clásico a la Ley de Contrato de Trabajo). De la segunda postura nos diferenciamos en que, si bien para nosotros existe solo una clase de hombres y mujeres, los que trabajan, y todos deben tener garantizado el acceso a esa vida digna, asegurado por el Estado mediante políticas de colaboración de clases y de redistribución de las riquezas, nunca es a través de lucha o eliminación de clases, así también consideramos que la propiedad privada es parte de esa vida digna, y la posibilidad del ascenso social y económico tiene que ser un derecho también para el que así lo desee. Es decir, se debe de garantizar el piso y la posibilidad, las armas para hacerlo, pero después está en la libertad de cada uno de los miembros de la sociedad.
Ya aclarado, brevemente, lo que contemplamos como justicia social, me remito al tema que me compete en esta ocasión, que es diferenciarlo de las nociones de solidaridad y acción social.
La solidaridad es una cualidad, un atributo, que puede tener o no, un ser humano, una cualidad que es innata, que viene con la persona, una de esas con las que nace una persona “buena” y de las que carece una que no lo es. Esta cualidad puede estar escondida, latente y despertarse, pero difícilmente puede generarse en alguien que no la tenga. Una de nuestras misiones como militantes, es despertar en estas personas solidarias, la conciencia social, porque esa conciencia sí se genera, es el hecho de demostrar que ser solidario es bueno, pero que no alcanza. Generar conciencia social es poder transmitir y demostrar que una persona que sufre una necesidad agradece la donación de comida o de ropa, pero que luego no sirve de nada si se apoyan medidas políticas y económicas que tienden a que esa persona nunca salga de esa condición, y no pueda acceder por sus propios medios a comprase la ropa o comida que elija. En personas no solidarias nunca vamos a poder generarlo, no “gastemos pólvora en chimangos”, y en las que sí lo son, podemos hacerlo, a veces adoctrinando, a veces proclamando, y siempre predicando con el ejemplo, que como decía el General “es la mejor de todas las predicas”.
La acción social es una de las labores más importantes que tenemos como militantes peronistas. La acción social y la ayuda social están explícitamente remarcadas dentro de las 20 verdades que nos dejó como legado nuestra conducción y líder ideológico, y perfectamente explicada en la frase de nuestra líder espiritual, la compañera Evita, “donde hay una necesidad nace un derecho”, y si ese derecho no puede ser asegurado por el Estado, ya sea por una cuestión de crisis por un tiempo determinado, o por la decisión política del mismo, es nuestra obligación hacer lo necesario para que ese derecho se le sea reconocido.
Resumidas ya las nociones que tenemos como jóvenes peronistas, quisiera marcar la diferencia fundamental para mi entre estas tres. La solidaridad es un atributo humano, al que hay que transformarlo en conciencia social; la acción social y la ayuda social son elementales para asegurar los derechos de las personas, pero son un medio, la justicia social es y siempre tiene que ser el fin, porque cuando ese es el fin, todos los medios (excepto la violencia) están justificados.
Nunca está de más refrescar la memoria de los compañeros y compañeras de la juventud peronista, y creo que el adoctrinamiento constante es lo que nos va a hacer crecer como militantes, y como jóvenes dirigentes, y a partir de esto vamos a poder ser de mayor utilidad al movimiento. Pero en el contexto en el que estamos viviendo, acechados por una crisis sanitaria mundial (inducida o por desgracia para el caso me es indiferente) y por una crisis económica diagramada por la sinarquía internacional y la oligarquía argentina y ejecutada por el gobierno de Cambiemos, considero esencial separar bien estas cuestiones para no incurrir en errores que nos lleven a desempeñar mal nuestros roles, o a trasformar discusiones internas en peleas ideológicas sin sentidos que solo beneficia a esos pocos que se enriquecen a nuestras costas con la práctica del “divide y reinaras”.
Seamos solidarios compañeros y compañeras, hoy más que nunca, hasta que no nos quede un centavo en el bolsillo, invoquemos la solidaridad de los vecinos y vecinas que no son militantes, y tratemos de generar en ellos esa conciencia social, hasta que no nos quede una puerta por tocar; realicemos todas las actividades de acción social y ayuda social necesarias y que estén a nuestro alcance hasta que no nos quede ni un suspiro de aliento; pero nunca nos olvidemos de nuestra finalidad que es que se implante nuevamente y para siempre la justicia social para la felicidad del pueblo y la grandeza de la Patria.
Nuestra herramienta más poderosa para llegar a ese fin es la política, no la olvidemos, no la abandonemos, no dejemos que la demonización de la política vuelva a lograr “ que nos gobiernen los CEOS” como dice nuestro Presidente Alberto Fernández – a quien tuve el honor de conocer y ser su alumno en una de mis últimas materias de la carrera de Derecho –, no nos olvidemos que la solidaridad y la acción social deben ser un parche en el tiempo, pero debemos reparar la grieta social y el daño provocado por los ya mencionados, para que los comedores y las ollas populares sean solo un recuerdo y para que todos tengamos los mismos derechos y posibilidades, dentro de una Patria económicamente independiente, políticamente soberana y socialmente justa, UNA PATRIA PERONISTA.
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